Dibujo de la leyenda, foto del autor@ en el blog tracksrioja |
A largo del siglo XIX se produjo un
flujo importante de emigrantes españoles a Ibero América. Muchos de
ellos fueron riojanos. Y el Camero Viejo fue una comarca de la que
salieron gran cantidad de jóvenes en busca de mejores condiciones de
vida. Son tiempos de crisis para el modelo económico basado en el
ganado lanar y las cañadas, los caminos ancestrales utilizados para
los desplazamientos trashumantes se utilizan cada vez menos. En el
pensamiento de aquellos que se fueron a “hacer
las Américas”, siempre está el deseo de
volver algún día a su tierra. Unos no lo harán nunca, y otros,
tardarán muchos años en regresar. Pero a una parte de ellos les
sonreirá la fortuna y volverán ricos y acaudalados, son los
“indianos”.
Y todos estos elementos forman el
escenario de un suceso trágico, una equivocación que muestra
el lado más mezquino y miserable de aquellos tiempos:
la leyenda de “La Venta Quemada”.
LA EMIGRACIÓN
Entre 1895 y 1915 se produce el
período de mayor auge de la emigración española a Ibero América,
a países como Argentina, Chile, Venezuela, Cuba o Brasil. Las duras
condiciones de vida en la Sierra motivan que, sobre todo los jóvenes,
se embarquen rumbo a América en busca de un futuro más prometedor.
Sin embargo, parten con intención de volver a su pueblo. Gran parte
de ellos regresaron. Los emigrantes (también llamados “indianos”)
que volvían con mayor fortuna hacían frecuentes donaciones
económicas, mejorando la educación, los servicios o las
infraestructuras de sus pueblos. Otros, se afincaron definitivamente
en los países que los acogieron, pero sin olvidar sus orígenes. Sus
descendientes se reparten por la variada geografía Americana.
Actualmente, el Gobierno de La Rioja tiene un programa denominado
“Volver a las Raíces”,
que permite a descendientes de riojanos emigrantes visitar la tierra
que dejaron sus antepasados.
Hayedo en el camino de subida al paraje de la "Venta" |
La Primera Guerra Mundial frenó las
migraciones hacia el continente americano. Una vez terminado el
conflicto la emigración se orientó hacia los países europeos,
especialmente hacia Francia. No obstante, a partir de 1914 disminuyó
el número de emigrantes, experimentando la población riojana un
moderado crecimiento.
LA VENTA
Es otra pieza del escenario. Hoy en
día, en las principales carreteras, encontramos lugares donde poder
tomar algo, comer o dormir. En aquellos tiempos, las cañadas eran vías importantes de comunicación, aunque estaban en decadencia. Y
las “ventas” eran lugares donde hacer un alto en el camino, para
comer y descansar.
De hecho, ya lo decía
la copla:
“No hay ningún río
sin puente
ni camino sin vereda,
ni vereda sin parada,
ni parada sin su Venta”.
En nuestro itinerario pasaremos junto a los restos de dos
ventas muy próximas entre sí: “La
Venta Quemada” y “La
Venta Caída”. Pero no eran las
únicas, había otras como la “Venta de Almarza”, “Venta de
Muro” o “Venta de Torre” de las cuales quedan escasas ruinas.
Estas ventas estaban situadas en el trazado de una de las más
importantes vías pecuarias españolas: La
Cañada Real Soriana Oriental.
Esta vía inicia su recorrido por La Rioja en el puerto de
Piqueras, y discurre por la divisoria de aguas de los ríos Iregua y
Leza hasta Clavijo. Después se dirige hacia Murillo de Río Leza,
siguiendo la margen izquierda del río Leza hasta enlazar con la
Cañada del Ebro.
Junto a las ruinas de la la "Venta Quemada" |
En los alrededores de
la Venta Quemada se dice que había una ermita dedicada a la Virgen
de Codés, de la que hoy no queda rastro alguno. Eran frecuentes las
ermitas consagradas a las diferentes advocaciones a lo largo de las
cañadas, formando parte de la cultura pastoril. Asimismo, también
cabe resaltar que las ventas estaban situadas generalmente en lugares
apartados, siendo frecuentes los robos y asaltos a los viajeros.
Mención especial
merece la “Venta de Piqueras”, situada en esta misma
Cañada, cuyo conjunto arquitectónico estaba formado por la ermita
de la Virgen de la Luz, la venta, los corrales y un rollo de piedra
donde impartía justicia el merino de las Trece Villas. Esta venta
ofrecía cobijo y puchero a viajeros, carreteros y ganaderos, siendo
también descansadero de ganados y tratantes de toda La Rioja cuando
acudían con sus reses a las ferias de Almarza, Soria y Almazán.
Paraje de la “Venta Quemada”. Las ruinas de la venta están ocultas en el bosquete de la derecha. |
A finales de los 90, el
Gobierno de La Rioja y la Hermandad de las Trece Villas promovieron
la recuperación del conjunto arquitectónico de la Venta de
Piqueras. Hoy por hoy, funciona la Venta que, a su vez, sirve de sede
para La Hermandad, y también alberga una exposición permanente
sobre la trashumancia. Asimismo, se realizaron obras de mejora en la
ermita.
LA LEYENDA
Cuentan que una noche de tormenta
llegó a la Venta un viajero. Un Joven de buen porte, bien vestido y
con bastante equipaje. En apariencia, un caballero adinerado. Pidió
alojamiento para esa noche. Más tarde compartió cena y conversación
con la familia de la Venta. Mientras hablaba con ellos, el caballero
sonreía y recordaba para sí. No en vano ya conocía el lugar,
porque nació allí. De muy niño se marchó a América con un
pariente, y ahora volvía rico para visitar a su familia, que no veía
hacía varias décadas.
Prado de Libarache, en el camino de subida |
Charló con ellos
animadamente, pero no quiso confesarles quien era. Quería
sorprenderles al día siguiente. Así que no tardó en despedirse de
ellos, y se acostó temprano para madrugar y contar a sus padres su
verdadera identidad, sus negocios y los proyectos que tenía en
mente.
Pero los venteros
también tenían sus planes. Y viendo que era rico, le acecharon
hasta que cayó rendido. Entonces entraron en la habitación y le
asesinaron para robarle. Seguidamente, revolvieron sus pertenencias
buscando dinero o joyas y, mientras esto hacían, encontraron una
cartera que contenía unas cartas. Al leerlas, se dieron cuenta de
que el distinguido caballero que habían matado era su hijo y
hermano.
Estaban desconcertados
por lo que habían hecho y sus consecuencias. Así que decidieron
prender fuego a la Venta y huir lejos de allí. Después de aquello,
nadie volvió a saber de ellos, quedando como testigos de aquella
horrible noche las piedras de la Venta...
CÓMO LLEGAR
Seguiremos la N-111 que une Logroño
con Soria. Al llegar a la localidad de Pradillo, nos desviamos por la
LR-454 al pueblo de Gallinero de Cameros. Antes de entrar, se ve a la
derecha una pista que se interna que un barranco. Dejamos el vehículo
en sus cercanías.
DESCRIPCIÓN
Cogemos la pista que sale a la
derecha a la entrada del pueblo y que asciende por un frondoso hayedo
por el barranco de
Gallinero –NE-. Tras casi dos kilómetros
hayamos una bifurcación, siguiendo por la izquierda –NE-. La vía
mantiene su altura, y pronto vuelve a dividirse en dos. Ascendemos
por la derecha, acompañándonos los robles –NE-. La cuesta se
endurece, culminando en el Prado de Libarache.
Poco antes de llegar, dejamos otro camino a la derecha –SE-. El
paisaje es hermoso, y es fácil descubrir animales pastando en los
límites con el hayedo. Nos alejamos del refugio y seguimos las
difusas rodadas que se adentran en el bosque –SE-. De camino,
pasamos junto a una captación de agua y, enseguida, nos cruzamos con
una pista que surca un espeso pinar.
Cumbre de Horquín |
Avanzamos por la derecha –SW-.
En pocos metros hayamos una encrucijada. Primero, ascenderemos al
pico Horquín y
después retornaremos a este mismo punto para proseguir por una senda
que baja a la izquierda –SE-. Ahora, como hemos dicho, subimos al
pico por el cortafuegos que tenemos de frente –SW-. Advertiremos
diversos mojones que señalan su condición de cañada. Arriba, se
suaviza el camino, si seguimos por el mismo (para no perder altura,
podemos progresar por el cortafuegos hasta la cumbre, pero el
trayecto está peor) rápidamente desciende desembocando en otra
pista que remontaremos por la derecha –NW- hasta la torreta
que corona la cumbre –1584 m-. Disfrutamos
las magnificas vistas de los bosques y valles cameranos, regresando a
continuación a la anterior referencia.
Acometemos la bajada que estaba
pendiente, depositándonos en otra ancha pista y frente a un extenso
prado. Este es el paraje donde se oculta la Venta. Nos movemos por la
izquierda –NE-. A los 150m, discurrimos por una suave cuesta, y a
la derecha del camino se advierte un bosquete de robles. Entre
zarzas y maleza se ven vestigios de muros y
estancias, que es lo que queda de la “Venta
Quemada”.
La Venta Caída |
“Venta Quemada”. Las ruinas de la venta están ocultas en
el bosquete de la derecha.
Nos
alejamos de ella, por la vía y dirección que llevábamos –NE-.
Tras recorrer algo más de un kilómetro dejamos una trocha que se
interna en el bosque por la izquierda. Enseguida, viramos a la
izquierda –NW- por un paso que abandona el cordal. A la derecha del
mismo, y lindando con el bosque, podemos ver algunas piedras que
representan las últimas huellas de otra Venta que daba descanso al
caminante que transitaba por la cañada: la
“Venta Caida”.
Camino de vuelta |
Bajamos raudos, alcanzando otro
desvío aledaño a un establo para el ganado. Continuamos de frente,
o por la izquierda –NW-, según se mire. Como a un kilómetro y
medio después, desechamos otra derivación que baja por un barranco
a la derecha. Proseguimos por la izquierda –NW-, bordeando
el alto del Cerrillo, sin ganar altura. A los
dos km se inicia una cuesta que acaba encontrándose
perpendicularmente con una pista. Andamos por la izquierda –SE-
algo menos de 300 m, llegando al cruce donde, al principio de la
ruta, comenzamos la subida al Prado Libarache. Antes de llegar a este
cruce, buscamos a la derecha –NW-, entre el prado y los majuelos,
las marcas del GR93.
Ya sólo nos resta seguir las marcas que nos llevan, entre encinas,
robles y majuelos, hasta nuestro inicio en Gallinero de Cameros.
MAPA
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Bibliografía
https://espeleogel.blogspot.com/2010/07/las-canadas-reales-y-otras-vias.html
Texto y fotos
José María Rey García
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