15-05-2011
Nos ayudamos de los árboles que rodean la sima para equipar la vertical que esconde la grieta de entrada. Durante la bajada y subida del pozo hay que prestar atención al movimiento de nuestra saca y a donde pisamos, para evitar la caída de piedras que se convierten en peligrosos proyectiles. A diferencia de la primera vez que vine en 2003, encuentro todos los spit que libran un par de roces en los primeros 20m; después seguimos de forma limpia junto a la pared en un bello descenso de 50m. Abajo, nos recibe un mullido cono de hojas; admiramos las formaciones que decoran el suelo y las paredes de esta hermosa sala, en el que sobresale el color blanco de la calcita que lo recubre.
Completamos el recorrido bajando entre amplias coladas, que en su fuero interno guardan algunos delicados espeleotemas que no queremos dejar de contemplar. Al salir encontramos un tritón despistado por estas soledades que retratamos compulsivamente; distribuimos nuestra salida para hacer fotografías y recoger el material, dejando de nuevo en silencio otra hermosa “catedral” natural de las muchas que recoge la sierra de Entzia, Urbasa y Andía. Para volver, probamos a seguir la entresaca junto a la cueva; apoyados en la dirección que marca el GPS en escasos 15 minutos nos lleva a pocos metros del coche.
Encontrar la sima de Irigorri no es tarea fácil para el que no la conoce; oculta en el espeso hayedo de Urbasa, cerca de una entresaca en desuso. Y aún conociéndola, no está demás la ayuda del GPS para evitar paseos; no seguí el camino habitual por veredas madereras y muretes de piedra para evitar rodeos. Según tenía entendido, desde la sima de Fernándoleze en línea recta eran unos 500 m; dimos algo de rodeo pero la encontramos sin dificultad.
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| Pozo de entrada |
Nos ayudamos de los árboles que rodean la sima para equipar la vertical que esconde la grieta de entrada. Durante la bajada y subida del pozo hay que prestar atención al movimiento de nuestra saca y a donde pisamos, para evitar la caída de piedras que se convierten en peligrosos proyectiles. A diferencia de la primera vez que vine en 2003, encuentro todos los spit que libran un par de roces en los primeros 20m; después seguimos de forma limpia junto a la pared en un bello descenso de 50m. Abajo, nos recibe un mullido cono de hojas; admiramos las formaciones que decoran el suelo y las paredes de esta hermosa sala, en el que sobresale el color blanco de la calcita que lo recubre.
Completamos el recorrido bajando entre amplias coladas, que en su fuero interno guardan algunos delicados espeleotemas que no queremos dejar de contemplar. Al salir encontramos un tritón despistado por estas soledades que retratamos compulsivamente; distribuimos nuestra salida para hacer fotografías y recoger el material, dejando de nuevo en silencio otra hermosa “catedral” natural de las muchas que recoge la sierra de Entzia, Urbasa y Andía. Para volver, probamos a seguir la entresaca junto a la cueva; apoyados en la dirección que marca el GPS en escasos 15 minutos nos lleva a pocos metros del coche.
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