miércoles, 4 de julio de 2018

EL PUESTO FRONTERIZO DE TABUERNIGA (ÁLAVA)

Panorama del valle de Tabuerniga
Entre los siglos IX y X una gran barrera natural delimitaba los territorios cristianos de los musulmanes. Una muralla formada por numerosas sierras, que abarcaba desde los Pirineos hasta las costas portuguesas. Era la Marca Hispánica; un territorio montañoso poco poblado y de escaso interés para los invasores, y en el que regularmente realizaban incursiones de saqueo y hostigamiento (razzias). En aquel contexto las sierras de Oña, Los Obarenes, la sierra de Cantabria..., entre otras, jugaron un papel táctico muy importante en la lucha contra los sarracenos. Se emplazaron castillos roqueros, fortines y torres de vigilancia que permitían atacar al enemigo y replegarse tras la línea de cumbres.


Entre 1118 y 1120 Alfonso I el Batallador, rey de Navarra y Aragón, emprende una ofensiva que culmina con la liberación de las principales plazas fuertes del valle del Ebro. Tras alejar a los musulmanes, las coronas de Navarra y Castilla se enfrentan entre sí por la disputa de comarcas y territorios durante los siglos XII hasta el XV. Un escenario de tensiones que no propició grandes cambios en la situación militar de estas tierras, prolongándose durante largo tiempo.

Puesto de Tabuerniga y su entorno
Hoy por hoy, todavía quedan testimonios de los castillos que jalonaban las tierras fronterizas así como de los fortines y torres de vigilancia de los puertos y cumbres. Tabuerniga; el Alcázar, en el Toloño; Toro, en la Cruz del Castillo o el Castillo de Marañón, en la Peña de Lapoblación, entre otros ejemplos. Generalmente, estaban ubicados en lugares poco accesibles y estratégicos, servían para representar la autoridad de sus gobernantes y controlar la circulación de bienes y personas. Constaban de zona amurallada, torre de vigilancia y un pequeño patio de armas. Eran destacamentos de pocos soldados y, por su situación, requerían ser abastecidos de agua y alimentos de forma regular. Por otro lado, no hay escritos ni leyendas que hablen de las gestas de sus defensores. Así, con la unificación de los reinos y el paso del tiempo, han ido quedando enterrados y olvidados.

Ruinas del muro y ventana
TABUERNIGA 
El Cronicón Albeldense cita este lugar, lo que permite a algunos autores datarlo a mediados del siglo VIII, como resultado de una repoblación del rey asturiano Alfonso I. Otros estudiosos la sitúan con anterioridad, en tiempo de los visigodos. No obstante, hay documentos en los cuales es considerada como villa de señorío, perteneciendo al monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles del Toloño. Y donde el conde castellano Fernán González, menciona este lugar en unos votos del año 934. Asimismo, en el año 1863, Carlos II otorgó el título de Marqués de Tabuerniga a Antonio Velaz de Medrano, por entonces, gobernador de Flandes.

Puesto de Tabuerniga
Ciertos aspectos de este puesto le confieren cierta singularidad respecto a la mayoría de fortificaciones de la comarca. Está situada en el fondo de un valle, resguardado de los vientos del norte y próxima a un manantial, lo que permitía al destacamento unas mejores condiciones de vida. Además, hay documentos que apuntan que también había habitantes no militares, algo no habitual en este tipo de guarniciones.

El valle donde se ubica aparece cercado por las estribaciones de la sierra de Toloño. Sin embargo, hay dos collados que lo superan y dos puntos estratégicos que permitían eludir el paso de las Conchas de Haro. Tabuerniga estaba emplazada en la concurrencia de ambas rutas, a cierta altura, para avistar toda la zona con facilidad. 

Ruinas de Tabuerniga
Actualmente, del antiguo despoblado sólo queda una torre de dos pisos con un bello remate ornamental en su parte posterior, de la que se deduce su origen en los siglos XVI o XVII.


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Bibliografía
Libro "Paseos por Parajes Olvidados de La Rioja".
Texto y fotos
José Mari Rey García

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