Panorama del valle de Tabuerniga |
Entre los siglos IX y X una gran barrera natural
delimitaba los territorios cristianos de los musulmanes. Una
muralla formada por numerosas sierras, que abarcaba desde los
Pirineos hasta las costas portuguesas. Era la Marca Hispánica;
un territorio montañoso poco poblado y de escaso interés para los
invasores, y en el que regularmente realizaban incursiones de saqueo
y hostigamiento (razzias). En aquel contexto las sierras de Oña, Los
Obarenes, la sierra de Cantabria..., entre otras, jugaron un papel
táctico muy importante en la lucha contra los sarracenos. Se
emplazaron castillos roqueros, fortines y torres de vigilancia que
permitían atacar al enemigo y replegarse tras la línea de cumbres.
Entre 1118 y 1120 Alfonso I el Batallador, rey de
Navarra y Aragón, emprende una ofensiva que culmina con la
liberación de las principales plazas fuertes del valle del Ebro.
Tras alejar a los musulmanes, las coronas de Navarra y Castilla se
enfrentan entre sí por la disputa de comarcas y territorios durante
los siglos XII hasta el XV. Un escenario de tensiones que no propició
grandes cambios en la situación militar de estas tierras,
prolongándose durante largo tiempo.
Puesto de Tabuerniga y su entorno |
Hoy por hoy, todavía quedan testimonios de los
castillos que jalonaban las tierras fronterizas así como de los
fortines y torres de vigilancia de los puertos y cumbres. Tabuerniga;
el Alcázar, en el Toloño; Toro, en la Cruz del Castillo o el
Castillo de Marañón, en la Peña de Lapoblación, entre otros
ejemplos. Generalmente, estaban ubicados en lugares poco accesibles
y estratégicos, servían para representar la autoridad de sus
gobernantes y controlar la circulación de bienes y personas.
Constaban de zona amurallada, torre de vigilancia y un pequeño patio
de armas. Eran destacamentos de pocos soldados y, por su situación,
requerían ser abastecidos de agua y alimentos de forma regular. Por
otro lado, no hay escritos ni leyendas que hablen de las gestas de
sus defensores. Así, con la unificación de los reinos y el paso del
tiempo, han ido quedando enterrados y olvidados.
Ruinas del muro y ventana |
El Cronicón
Albeldense cita este lugar, lo que permite a algunos autores datarlo
a mediados del siglo VIII, como resultado de una repoblación del
rey asturiano Alfonso I. Otros estudiosos la sitúan con
anterioridad, en tiempo de los visigodos. No obstante, hay documentos
en los cuales es considerada como villa de
señorío, perteneciendo al monasterio de Nuestra Señora de los
Ángeles del Toloño. Y donde el conde castellano Fernán
González, menciona este lugar en unos votos del año 934. Asimismo,
en el año 1863, Carlos II otorgó el título de Marqués de
Tabuerniga a Antonio Velaz de Medrano, por entonces, gobernador de
Flandes.
Puesto de Tabuerniga |
Ciertos
aspectos de este puesto le confieren cierta singularidad respecto a
la mayoría de fortificaciones de la comarca. Está situada en el
fondo de un valle, resguardado de los vientos del norte y próxima a
un manantial, lo que permitía al destacamento unas mejores
condiciones de vida. Además, hay documentos que apuntan que también
había habitantes no militares, algo no habitual en este tipo de
guarniciones.
Ruinas de Tabuerniga |
Actualmente, del
antiguo despoblado sólo queda una torre de dos pisos con un bello
remate ornamental en su parte posterior, de la que se deduce su
origen en los siglos XVI o XVII.
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Bibliografía
Libro "Paseos por Parajes Olvidados de La Rioja".
Texto y fotos Libro "Paseos por Parajes Olvidados de La Rioja".
José Mari Rey García
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