Recorrido de San Román de Cameros, Santa María de Cameros, Tejera de Santa María, Chozo Blanco, Dólmen de cerro Palomero, Dolmen de Fuente Morena, Montalvo de Cameros, San Román.
Santa María de Cameros
SANTA MARÍA DE CAMEROS
El pueblo se atisba desde lejos, según subimos por la pista que va desde San Román. Antes de llegar, a la izquierda, destaca un frondoso hayedo que era utilizado como dehesa por los vecinos de Santa María. Otro bosque importante para este municipio era la Dehesa boyal concejil, muy rica en robles, acebos y otras especies forestales; es el monte que empieza apenas pasadas las antiguas eras de trillar en lo alto del poblado, y la cerca de piedra seca que la circunda discurre, en parte, paralela al camino del Chozo Blanco y queda a pocos metros de la Tejera.
El Hayedo, con singulares ejemplares de acebo, era un bosque importante que complementaba la economía local, principalmente por la explotación de leña y madera. Dehesa y Hayedo son montes con especial protección por su interés forestal y por ser hontanar que hace posible la vida en San Román. Las medidas de protección sobre estos singulares bosques han propiciado su conservación a lo largo de estos años.
Santa María fue un importante núcleo rural hasta pasados los años cincuenta. Incluso llegó a aquel lugar la luz eléctrica, de la que dan fe los restos del viejo transformador.
Este pueblo nunca rebasó los 30 vecinos y tuvieron cierta importancia sus rebaños trashumantes y las manufacturas textiles derivadas de la lana. Una riqueza relativa manifestada en su iglesia, construída en el siglo XVI y con magníficas obras de arte, algunas de las cuales se muestran en el museo diocesano de Calahorra. En aquella época, el ICONA adquirió gran parte de los montes del municipio para repoblarlos con pinos, lo que supuso un paso más en el declinar de estas tierras. La decadencia en éste, como en los demás pueblos de la cuenca alta del Leza, es anterior a la intervención de ICONA, debida al deterioro de los medios de vida tradicionales y al desarrollismo de los sesenta. Sus gentes los abandonaban sin pena, y es cuando la nefasta labor del Estado a través de ICONA estimuló la huída en lugar de frenarla al convertirse en terrateniente una vez comprado su término municipal.
Este pueblo nunca rebasó los 30 vecinos y tuvieron cierta importancia sus rebaños trashumantes y las manufacturas textiles derivadas de la lana. Una riqueza relativa manifestada en su iglesia, construída en el siglo XVI y con magníficas obras de arte, algunas de las cuales se muestran en el museo diocesano de Calahorra. En aquella época, el ICONA adquirió gran parte de los montes del municipio para repoblarlos con pinos, lo que supuso un paso más en el declinar de estas tierras. La decadencia en éste, como en los demás pueblos de la cuenca alta del Leza, es anterior a la intervención de ICONA, debida al deterioro de los medios de vida tradicionales y al desarrollismo de los sesenta. Sus gentes los abandonaban sin pena, y es cuando la nefasta labor del Estado a través de ICONA estimuló la huída en lugar de frenarla al convertirse en terrateniente una vez comprado su término municipal.
Sin embargo, lo peor fue el incendio del pueblo por culpa de la imprudencia de un vecino. Santa María quedó devastado y fue abandonado por sus habitantes, los cuales ya no volvieron. El fuego tuvo lugar al principio de los setenta, después de la despoblación total; fue obra de un nostálgico que vivía en Bilbao y venía a pasar los veranos solitario en la casa familiar; el aire bochorno de aquel día tremendo parece que desequilibró su mente. Los bomberos de Logroño no pudieron actuar por la magnitud del incendio y por falta de agua cercana; pocos años más tarde construyeron el hermoso estanque que queda debajo de la pista antes de llegar a la confluencia de los tres barrancos, donde empieza la empinada cuesta hacia Santa María.
A diferencia de otros pueblos de esta zona, a los que han regresado como estancia de fines de semana sus antiguos vecinos, nadie ha vuelto a ocupar Santa María; fundamentalmente por la destrucción de la mayoría de las casas por parte de las llamas. Todavía quedan personas que vivieron en aquel lugar; no les gusta hablar de su pueblo, y recuerdan con amargura la situación en que se encuentra, sabiendo lo que fue. Hoy sólo las vacas ocupan la iglesia y los restos de un pueblo en el que había bailes y fiestas hasta los años sesenta.
Por otra parte, la Tejera tuvo alguna actividad, sólo ocasionalmente, hasta los años veinte del pasado siglo.
Tejera de Santa María
Para saber más sobre el funcionamiento de una tejera consultar el artículo sobre "La Tejera de Velilla".
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO
Salimos de San Román por la pista que se dirige al NW hacia Santa María de Cameros. Teniendo a la vista el pueblo, dejamos a la derecha otra pista que sube hacia el despoblado de Montalvo. Ya sobrepasada, nos desviamos por otra pista a la izquierda -W- que bordea Santa María. A los pocos metros seguimos una trocha que sale a la derecha, y que nos llevará por el viejo camino que va a Viguera -NW-. Vamos junto al límite de la hermosa Dehesa de Santa María. Antes de dejar la misma, encontramos una zona despejada a la derecha. Un poco más arriba, a la derecha, salimos de camino y vemos las ruinas de la casa del tejero. Y a su derecha, el habitáculo de carga de las tejas, bajo el cual encontramos la boca del horno. El acceso al interior está parcialmente enterrado; es algo más ancho que el de Velilla y sus arcos interiores son anchos y robustos.
Chozo Blanco
Volvemos al camino y seguimos ascendiendo. Enseguida, sale a la derecha -NW- una senda con dirección al barranco Antorio; vamos por ella. Alcanzamos el arroyo y, a la derecha, observamos los restos de los corrales de La Cerca. Ganamos algunos metros por la ladera de la margen derecha del cauce, buscando la continuación de la senda. Llegamos a un abrevadero y continuamos remontando el barranco. Tras ver los muros de los corrales de Santo Cobato cruzamos un portillo metálico. Poco después, nos topamos con otra pista y con el "Chozo Blanco", el cual está restaurado y rodeado por una cerca de madera. También vemos al W las antenas del repetidor del Cerrollera; proseguimos por la derecha -E-. Un kilómetro después, tras una bajada, vemos a la izquierda una zona llana donde destacan las piedras del Dolmen de Cerro Palomero. Discurrimos por la divisoria de aguas del Iregua y el Leza, disfrutando de unas magnificas vistas. Varios kilómetros después, la pista inicia un descenso pronunciado y surge un camino a la derecha, que seguimos -NE-. Enseguida surge otra vía que desciende por la derecha -SE-, siguiendo por ella. En la bajada hayamos una encrucijada, siguiendo de frente -SE- (el camino de la derecha nos lleva, en un kilómetro, a la zona donde está el Dolmen de Fuente Morena). Enseguida, sorteamos otra verja metálica y salimos a una
pista. Vamos por la izquierda -E-. Más adelante llegamos a una encrucijada, donde hay una señal.
Montalvo de Cameros
Continuamos de frente (o el segundo a la derecha) -SE-. Un poco más abajo dejamos otra vía a la derecha. Divisamos a la izquierda el despoblado de Montalvo de Cameros; cogemos un camino a la izquierda, paralelo a la pista y que baja al pueblo. Ya en el mismo, a la entrada, vemos los restos de una ermita; su interior está sucio por el ganado, pero el tejado es una sobria construcción abovedada con piedra de sillería. Seguimos el camino más evidente que baja hacia la iglesia y que discurre limpio por todo el pueblo hasta salir por la zona de la fuente. Proseguimos por la senda que sale del pueblo y sigue por un pinar hasta un nuevo cruce de caminos. Seguimos por la izquierda -SE-, por el antiguo camino de San Román a Montalvo. Cruzamos una valla y el itinerario vira hacia el SW. Más adelante, el camino pierde anchura y baja hacia el vertedero de San Román, donde nos unimos al camino inicial del recorrido, siguiendo por el mismo hasta el punto de partida del recorrido.
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Para saber más sobre las tejeras:
Colaboraciones
Mi más sincero agradecimiento a Ernesto Reinares Martínez, vecino de San Román de Cameros (La Rioja) por compartir los apuntes históricos sobre la tejera y la vida en Santa María de Cameros.
Ernesto Reinares es un prestigioso historiador y estudioso de la historia y tradiciones de las tierras de Cameros, habiendo publicado numerosos libros y estudios sobre la historia, la vida y las gentes de Los Cameros.
Texto y fotografías
José Mari Rey García
Mi padre y mis tios nacieron en Santa María de Cameros,estuve alli en 1966, con mis Padres y hermana,todavía vivía gente.Tengo una foto muy linda.No se donde publicarla.
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