Cabecera del pozo "Juhue"
Llegamos a La Gándara el viernes, para cenar con el resto de compañeros/as del grupo. El ambiente, excelente: buena cena, charla, risas y más risas. Y es que José Manuel estaba "sembrao" ... y sin darnos cuenta, eran ya la una de la mañana, y al día siguiente había "tajo" , unos haciendo la travesía y otros/as de apoyo. ¿A qué hora nos levantamos? Yo, quiero cenar caliente y a la mesa, y antes, buena ducha, así que toca madrugar... Pues calculando, si queremos ir bien, a las 6:30. Se hace el silencio... pero sino salimos a las tantas. De modo que lo aceptan con resignación... Sin embargo, pongo el despertador a las 6:15, y además, nos canta el gallo. Cuando descubren la hora, hay alguna protesta, pero como ya están despiertos... a mí "plin"...
Desayunamos sin prisa, pero sin pausa, y en nada, ya estamos en los coches camino del barrio de Socueva. Nos cambiamos y los compañeros/as se van para Coventosa, a dejarnos los neoprenos. Además, luego les espera como recompensa una paella preparada por Maite, y que está para chuparse los dedos.
Es de noche cuando iniciamos la subida a la Sima del Cueto. Y pausadamente va amaneciendo... según ganamos altura la vista es más bella, con un hermoso "mar de nubes" que cubre la costa y parte del interior. El día está despejado, y no hace mucho frío, lo que invita a contemplar el agraciado entorno que nos rodea, camino de nuestro destino. Poco antes de llegar cargamos agua, y tras un último trecho, llegamos a la boca de "cueto". Nos cambiamos, y entramos a las 10h.
El "Oasis"
Está considerada como una de las travesías subterráneas más duras, y con razón... Su itinerario es una mezcla de esfuerzo, sensaciones y retos a superar. Nada más comenzar, una de las verticales mayores de Europa, con 302 metros: el pozo 'Juhue'. Un humilde y corto pasamanos nos precipita en la cabecera del pozo. Sabemos que tiene fin, pero en la fría oscuridad se vuelve inquietante. Luego, mientras nos sumergimos en el abismo, descubrimos su belleza, su fuerza, la razón que nos impulsa a bajar estas simas. Es todo un privilegio, mientras descendemos, observar a nuestro alrededor, y alzar la cabeza para disfrutar de la hermosa estampa que forman las luces de los compañeros que te siguen.
Después, pozos y más pozos hasta la base de la sima del cueto. Aquí, la humedad y la basura forman parte del escenario... cuerdas abandonadas, botellas de plástico y otros envoltorios, purgas de carburo... Tras la parada de rigor, normalmente aprovechada para realizar mantenimientos técnicos y comer algo, emprendemos la marcha por las grandes galerías de Cueto. Tal vez te habías quedado frío, pero pronto entrarás en calor, trepando entre innumerables bloques hasta llegar a la enorme "Sala de las Once Horas" . Su tamaño es comparable a su desolación, un desierto de piedra bajo la superficie. Lo miramos en silencio mientras lo bordeamos a media altura. Sin darnos cuenta llegamos a la parte alta de "La Gran Pedrera". La bajamos con precaución, desembocando en la "Galería del Chicarrón" , otro enorme tubo por el que seguimos caminando entre bloques durante un rato, hasta el "Oasis". Su nombre es apropiado, es de los escasos puntos donde proveernos de agua en estas soledades. Es un hundimiento, en cuyo fondo veremos varios recipientes de plástico llenándose con el agua que gotea desde el techo. Lanzamos algunas fotos y cargamos el depósito de los carbureros, y seguimos caminando hasta que un precipicio se interpone en nuestra marcha: "El Pozo de Navidad".
Sala Blanca
Almorzamos y charlamos sobre la marcha de la travesía. Quince minutos después, empezamos a sentir escalofríos. Y es que la cueva no da tregua, así que apuramos el postre y nos preparamos para "hacer la digestión" recorriendo la "red intermedia".
En mi opinión, la "red intermedia" es la zona más dura y selectiva físicamente. Está bien balizada, y siguiendo las marcas y reflectantes con atención, no tiene porqué haber despistes. Eso sí, en condiciones normales, es difícil recorrerla en menos de cuatro horas. En lo referente a la instalación, es la zona más precaria. Hay numerosos anclajes cuyo diseño pasó de moda hace décadas. En algunas instalaciones pasas de puntillas y sin respirar y, mientras bajas, lamentas haberte comido esa chocolatina de más...
La red comienza la con hermosa "Galería de Navidad"; larga y plagada de desfondamientos hasta la "Sala Blanca", cuyas paredes están tapizadas por un bello manto blanco. Y antes y después, exigentes galerías salpicadas de pozos, desfondados a cruzar con y sin cuerda, pasos estrechos ( "Galería de los artístas" , "El Espeleodromo" ...).
A medio camino de la red está el "Pozo de La Unión", otro de los "oasis" antes de llegar a los lagos. Y, a continuación, más de lo mismo por la "Galería de las pequeñas inglesas", y alguna zona algo más estrecha... Finalmente llegamos a la "Sala de la Turbina", que nos anticipa el estrecho "Agujero Soplador". Por cierto que, esta vez, no soplaba nada. Enseguida, cruzamos el pasamanos de la "gran marmita" y buscamos la cuerda que nos deposite en el último de los lagos de coventosa.
Nuestros compañeros/as han hecho los deberes, y nos aplicamos para cambiarnos sin dilación. El nivel de los lagos es más bajo de lo habitual, permitiéndonos avanzar andando varios trechos. Una vez cruzados los lagos, nos volvemos a poner la ropa seca, cruzamos los pasamanos de las marmitas y proseguimos por el precioso "Cañón de Coventosa". Progresamos rápidamente, superando con agilidad los pasamanos y otros obstáculos, llegando sin pensar a la subida final en la "Galería del Metro". Como última labor, desinstalamos la cuerda que han dejado nuestros compañeros/as y salimos por Coventosa tras 11 horas y media de travesía.
Tenemos ganas de salir, y decimos que no es para repetir con frecuencia.... que es muy dura... blablablabla... pero, también hemos disfrutado intensamente, y sabemos que, a pesar de lo que podamos decir, yo, por lo menos "volveré..."
José Mari Rey García
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