martes, 7 de abril de 2020

LAS RUEDAS DE MOLINO DE JUBERA (LA RIOJA)

En el año 2002 los medios de comunicación riojanos difundieron la noticia del hallazgo de una treintena de canteras medievales en el valle del Jubera. La primicia fue ofrecida por un matrimonio en el que los dos comparten afición por la arqueología: Pilar Pascual y Pedro García. Los cuales, desde hace varias décadas, catalogan y estudian los molinos de harina y aceite de La Rioja.

Rueda de molino en yacimiento de "las Majadillas"
La creencia generalizada hasta ahora era que las piedras de molino venían de Francia. Sin embargo, las evidencias apuntan a la existencia centenaria de una industria artesanal para su elaboración en Robres y San Vicente de Robres.

En el año 1999 un vecino de San Vicente de Robres, en el valle del Jubera, les habla de estas piedras. Los vecinos las conocen de toda la vida, pero no saben nada de su origen. Tras varias salidas, descubren vestigios de canteras y restos de piedras de molino, dispersas por los montes de alrededor, cuyo diámetro oscila entre 1,30 y 1,80 metros. Después, con ayuda de algún especialista en geología y antropología, empiezan a “atar los cabos” de la historia de estas enigmáticas “ruedas de molino”.

DATOS HISTORICOS
Hasta la instauración generalizada de la electricidad, se utilizaba frecuentemente la fuerza del agua como energía para los procesos industriales. De hecho, en La Rioja, existían 327 molinos movidos por energía hidráulica en el año 1.752 que, generalmente, incorporaban en su maquinaria ruedas de molino planas.



El Diccionario de Pascual Madoz del año 1850, en su capítulo dedicado a Robres del Castillo, cuenta que “tiene una hermosa cantera de piedra propia para molinos harineros y de aceite”. En el Catastro del Marqués de La Ensenada de 1752, dentro de las cuestiones planteadas al municipio de Robres, se le pregunta por los oficios de sus habitantes, incluyendo en su respuesta que varios vecinos se dedican a “sacar y labrar muelas para molinos de harina”. Asimismo, en el archivo municipal de Viana (Navarra), consta un auto del año 1666 por la compra de una rueda de molino en Robres del Castillo, para el nuevo molino que se iba a construir. Debido a la falta de registros en los libros parroquiales del Valle, se estima que las canteras dejaron de funcionar, al menos, hace 140 años.

La roca empleada en la elaboración de las ruedas del Jubera es conglomerado. Un material poco utilizado para producir estas muelas. Por ello, también revisaron los distintos molinos de la cuenca del Jubera que pudiesen conservar sus ruedas. La mayoría no la tiene o es de más reciente factura, pero se hallaron fragmentos o piedras enteras en varios de ellos que corresponden con el material empleado en las canteras de Robres y San Vicente. También se han encontrado ruedas de estas características en molinos y lugares del resto de La Rioja.



COMO SE HACIAN
Del análisis de las diferentes canteras se han deducido dos métodos utilizados para su elaboración:
  • El más elemental consistía en el perfilado del contorno de una de las caras de la muela. Posteriormente, se excavaba el perímetro exterior y se extraía el bloque mediante cuñas. Procediendo, a continuación, a terminar la cara que estaba sin trabajar.
  • El otro se basa en desprender trozos de roca de gran tamaño y tallarlos hasta obtener la forma y dimensiones requeridas.
Las canteras están desplegadas en un amplio espacio a lo largo de las laderas oeste y sur del monte Tejero, cuya cumbre hollaremos durante el recorrido. No se dispone de documentación que apunte la extensión total de esta industria. No obstante, los datos de campo delatan una larga e intensa actividad de las explotaciones. Se han encontrado canteras desmanteladas tras su período de producción, y otras que fueron abandonadas en pleno funcionamiento, en las que se observan restos de piedras (terminadas o a medio labrar), contornos, cuñas de extracción...



Las piedras terminadas se cargaban en carruajes tirados por animales, transitando por caminos que permitiesen el paso de objetos grandes y pesados. En el caso que nos ocupa, podían seguir dos caminos dependiendo de su origen: si eran de las canteras de Robres se llevaban por el camino carretero paralelo al río Jubera, y si procedían de San Vicente se acarreaban hasta el valle de Ocón, distribuyéndose desde el mismo.

SU ABANDONO
Pero ¿por qué se abandonan estas explotaciones, aparentemente, en pleno funcionamiento? Puede haber diversas razones, pero lo más seguro es que sufriesen la competencia de piedras de otros lugares, con mayor calidad y a mejor precio. De hecho, algunas de las últimas muelas empleadas en molinos de la zona procedían del Condado de Treviño (Burgos).

DESCRIPCIÓN
Emprendemos la marcha por la carretera que divide el pueblo –S-. A los pocos metros hayamos, a la izquierda, un puente medieval (siglo XVI) que cruzamos. Al otro lado vamos por una senda a la izquierda –E- desembocando en una pista. La seguimos por la derecha –E-. Tras ganar algo de altura -E-, pierde desnivel mientras remonta el barranco del Hayedo. Más adelante, la vía se vuelve a empinar y, a la derecha, vemos una trocha muy pronunciada que no tenemos en cuenta. Pasados unos 400 m de subida hayamos una bifurcación, siguiendo por la derecha –S-. Y en pocos minutos alcanzamos San Vicente de Robres. El pueblo está dividido por una calle principal, que seguimos hasta la carretera. A la entrada, a la derecha, se puede ver una iglesia típica camerana restaurada. Desde aquí, buscaremos al NE una colina frente al pueblo donde se advierten unos corrales rodeados por piedras. Ese es nuestro punto de referencia para buscar las primeras piedras de molino.




Avanzamos unos metros por la carretera y, a la izquierda –E-, cogemos un camino que baja hacia el fondo del barranco. Dejamos a la derecha unos antiguos pilones y distinguimos un puente medieval que cruzaba el arroyo. Cuando pasamos se había derrumbado unos días antes, por lo que había que salvarlo por una senda un poco más arriba. Seguidamente hallamos una encrucijada; optamos por ir de frente, atravesando la pista –E-. Cruzamos otro puente y nuestra vía se torna en senda. Abandonamos por el momento esta senda para ver uno de los yacimientos de piedras más importantes de la zona. Teniendo como referente los corrales rodeados por peñas que antes hemos destacado, subimos hacia ellos por las diversas veredas que salen a nuestro paso. Esta es la cantera de “Las Majadillas”, uno de los yacimientos más interesantes. Por esta zona hay catalogadas alrededor de 14 ruedas terminadas, pero se pueden observar otras tantas rotas o a medio acabar. Pueden verse varias completas o semienterradas en los alrededores del corral del medio y del que está más a la derecha, que baja hacia el barranco. Una vez vistas retornamos a la senda para proseguir la ruta –N-. A lo lejos, vemos unas lastras junto al camino, donde se pueden ver “icnitas” o huellas de dinosaurio. A los pocos minutos, aparece junto al camino unas mesas para comer y un lavadero restaurado.





Cruzamos un portillo y la vía gana anchura. Hacemos un giro a la derecha y dejamos otro desvío que sube a unos corrales, prosiguiendo a media ladera por la izquierda –N-. En el giro anterior, a la izquierda, se observa a unas decenas de metros un corral y un cartel. Si nos separamos momentáneamente del itinerario podemos ver el yacimiento principal de icnitas de San Vicente de Robres. Siguiendo nuestra ruta, en la ladera de la derecha, distinguimos una pista algo más elevada. Entre ella y la nuestra hay numerosos afloramientos rocosos donde hay piedras enteras o partes de ellas, aunque son menos visibles que en la otra cantera. Desde esta zona, mirando de frente, veremos una encina cercana al camino que destaca. En sus alrededores hay otras dos piedras: una semienterrada, y otra, tras un viraje del trayecto, totalmente acabada pero partida por la mitad. 




Dejamos atrás las piedras, pero seguiremos intuyendo toda una larga línea de canteras de extracción de las mismas. No obstante, podemos ver al fondo nuestro siguiente objetivo: el pico “Tejero” (1.140 m). También vemos a la izquierda una senda que baja en diagonal desde unos corrales, y que posteriormente utilizaremos para retornar a Robres.

Cumbre del pico "Tejero"
Cruzamos otro portillo. A la izquierda vemos los corrales a los que nos referíamos. Abandonamos la pista y buscamos entre ellos unas marcas de pintura amarilla. Las seguimos –N-, llevándonos al collado previo al Tejero. Ya en el collado, trepamos por la izquierda –NW- y seguimos la línea de cumbres hasta el “buzón” del Tejero. Tras disfrutar de las magníficas vistas del valle del Jubera y de Sierra La Hez, volvemos sobre nuestros pasos hasta los corrales donde hemos seguido las marcas amarillas. Al otro lado de la valla del portillo se ve una trocha que baja hacia el barranco, nosotros buscamos para continuar una senda unos metros a la derecha -y por encima- de la misma –SW-. La vereda nos deposita en el camino que, al principio, nos aproximó a San Vicente. Continuamos por él sin dejarlo, atravesamos el río Jubera y llegamos de nuevo a Robres del Castillo.

MAPA


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Bibliografía
Libro "Paseos por Parajes Olvidados de La Rioja"
web reserva de la biosfera del Leza y el Jubera

Texto y fotos
José María Rey García

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