sábado, 17 de abril de 2010

El ritual de "La Berrea"


Durante la última quincena de septiembre se produce en los bosques de las sierras riojanas, y del resto del país, el fenómeno de "La Berrea". Los ciervos macho adultos están en su mejor momento, luciendo sus cornamentas ante las hembras en disposición de dar continuidad a la especie. 

En este período se oyen en la sierra los desgarradores bramidos de los venados en celo. Se producen al amanecer y a última hora de la tarde. Los claros de los bosques son los lugares elegidos para celebran estos rituales de apareamiento. 

Después de los berridos se oirán los violentos sonidos de las astas chocando entre sí. Generalmente, en estas luchas no se producen heridos. El mayor peligro es que los contrincantes acaben agotados o queden enredados y no puedan soltarse. Son demostraciones de fuerza, limitándose a golpear sus cornamentas, y dirimir quien es el más capaz de procrear. 

Mientras se ejecutan las luchas, los machos delimitan su territorio formando un barrillo escarbando y orinando sobre la tierra. Y luego, se revuelcan sobre ese barro. 

Las contiendas duran varios días. Los vencedores, los más fuertes, obtendrán el privilegio de transmitir sus genes a la siguiente generación. Ocho meses después, las hembras alumbrarán, generalmente, un cervatillo. 

Su madre lo amamantará durante cuatro meses, permaneciendo con ella hasta el siguiente parto.

LA CORNAMENTA
La cornamenta de los ciervos es un signo evolutivo relativamente reciente. Sus antepasados no la poseían. Un hecho singular es que estos animales, anualmente, pierden dicha cornamenta y la vuelven a renovar. Este hecho se produce a finales de marzo, perdiendo las astas, en lo que se denomina el desmogue. Y a los pocos días, empieza a crecer la nueva. Los próximos cuatro o cinco meses, el animal debe alimentarse convenientemente para asimilar varios kilos de calcio y fósforo. Asimismo, los cuernos desprendidos servirán como aporte de calcio a las hembras durante la gestación. Durante su crecimiento, las astas se recubren de una capa sedosa de piel, denominada terciopelo o borra. 

En julio, las astas se han desarrollado por completo. El alto nivel de testosterona de la sangre hace que la borra se desprenda de las mismas. Para favorecer su caída, el ciervo se restriega contra los árboles, en un acto conocido como escoda. Una vez eliminada esta capa, la cuerna queda blanca, adquiriendo con el tiempo tonos marrones. 

La cuerna es un elemento identificativo, pero no es el único de los ciervos. Suelen marcar su territorio con glándulas odoríferas, que poseen en los lagrimales del ojo, y con orina durante el celo. 

EL CIERVO
En La Rioja hay entre 8.000 y 9.000 ejemplares. La mayor parte de ellos se despliegan por las sierras de las Viniegras, Urbión y Cebollera y de la Demanda. 

A los cinco años, se les considera adultos; los siguientes cinco representan su período de madurez. A partir del cual, comienza su vejez y consiguiente declive. 

Son herbívoros. Tienen un pelaje uniforme de color pardo rojizo, durante los meses de primavera, y que se torna gris durante en invierno. 

Posee unas patas largas y fuertes, que les permiten efectuar grandes saltos y ser buenos nadadores. Su cuerpo es estrecho, y se une a cuello poderoso que le confiere un aspecto majestuoso. Sus grandes pabellones auriculares, le permiten una privilegiada agudeza auditiva. 

Mientras en los meses de verano y otoño, los machos ostentan sus cornamentas, las hembras no poseen astas. También se les puede reconocer a estos animales por una mancha blanca en su parte posterior. 

Son animales nómadas. Su hábitat natural son los bosques, ya sean caducifolios, mediterráneos y mixtos con prados donde pastar. Carecen de habilidad en terreno rocoso, por lo que no frecuentan estos lugares. Y suelen retozar en el barro para eliminar molestos parásitos. Su dieta se basa en hierbas, tallos tiernos, yemas de árboles, cortezas, hayucos, bellotas, castañas, moras... que luego rumian en largas digestiones. 

Su actividad se realiza, en general, en la última hora de la tarde y por la noche. Por el día descansan a cubierto. Forman manadas, en la que los machos van separados de las hembras y las crías. Las hembras son dirigidas por la de mayor edad, eligiendo los lugares de descanso y comida. Entre el resto de hembras existe una cierta jerarquía. 

José Mari Rey García

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