domingo, 18 de abril de 2010

Iglesias dejadas de la mano de Dios

Un grupo de asociaciones proyecta recuperar las iglesias de los valles del Leza, Jubera y Alto Cidacos. 

En los años 60, los valles del Leza, Jubera y Alto Cidacos sufrieron el éxodo hacia las ciudades de una parte importante de su población, quedando desiertos muchos de sus pueblos y aldeas. 

Todos ellos contaban con espléndidas iglesias que también quedaron abandonadas. Han transcurrido varias décadas, y todas, en distinta medida, han sufrido un importante deterioro. Actualmente, gran parte de ellas se utilizan como corrales para el ganado. 

Recorro con frecuencia estos valles, y al visitar sus iglesias y ermitas sentía verdadera lástima por el estado de muchas de ellas. 

Hace poco, realizando un recorrido por la "Alpujarra Riojana", me sorprendió una fuerte tormenta. Los rayos se sucedían a diestro y siniestro, obligándome a refugiarme en la iglesia de Ribalmaguillos. El suelo estaba tapizado de estiércol, pero encontré un lugar limpio al final de las escalerillas del púlpito, donde el cura del lugar daba los sermones a los parroquianos. Permanecí bastante rato; me llamó la atención su tejado, ya que estaba en buenas condiciones y no se observaban goteras. Traté de imaginarme como fue esta iglesia, y lo que hubiera sido un domingo cualquiera; donde estaban los vecinos sentados en los bancos, el coro, el cura y su sermón, la sacristía, los monaguillos, el confesionario... Y la cantidad de cosas que pasaron... bodas, bautizos, entierros, catequesis, comuniones, rosarios, novenas... cuantas emociones y tragedias. Se sea creyente o no, para muchos de nosotros, la iglesia como edificio y símbolo forma parte de nuestras vidas, de nuestra cultura y de nuestros recuerdos. Cómo dice un buen amigo mío, són edificios con una "energía" especial, y para estas comunidades eran centros de la vida social. Lugares que no se merecen acabar en el olvido de esta manera. La verdad es que, a pesar de haber visto muchos de estos templos en estas y, en peores condiciones, me invadió un fuerte sentimiento de tristeza por esa iglesia. 

Varias semanas después estuve realizando otro recorrido por San Vicente de Robres, y amablemente, uno de sus vecinos me enseñó la iglesia de su pueblo. Se iba a celebrar una boda, y la estaban preparando para la ceremonia. Esta vez, la sorpresa fue de lo más agradable, y así se lo manifesté a Ricardo, el vecino que me acompañaba. Y es que pude contemplar, totalmente restaurada y engalanada para la ocasión, cómo era una de esas iglesias que tantas veces había visto degradadas y sucias. 

Un mes más tarde leía en el periódico la noticia de que varias asociaciones tenían un proyecto para rehabilitar las iglesias de varios valles riojanos. Ni que decir tiene que me pareció una excelente noticia. Un hecho más que demuestra que no todo está perdido. Gracias al esfuerzo de diversas asociaciones, algunos de estos pueblos van recuperando la vida, y con ellos sus lugares de culto, tradiciones y fiestas. 

Otras buenas noticia fue saber la intención de varias asociaciones de restaurar las ermitas de San Juan de Agriones, en plena Alpujarra, y de la Ermedaña en el Serradero. Recientemente, varias asociaciones han rescatado las antiguas romerías a estas ermitas, que servían para unir a los vecinos de los pueblos de estas comarcas 

Un buen número de pueblos sorianos que limitan con La Rioja están afectados por el mismo mal. Y para ellos la solución no parece tan cercana... Buimanco, Fuentebella, Vea, Valdenegrillos... deberán esperar. Con ellos, se pedería, además de un importante patrimonio, otra parte de la memoria de estos lugares. Ojalá no se llegue demasiado tarde. 

EL PROYECTO
La Asociación Sociocultural Hermandad de Santa Ana es uno de los grupos que han promovido este proyecto. Primero recuperaron la ermita de Santa Ana; luego se animaron a seguir y contactaron con otras agrupaciones. 

En esta iniciativa participan quince asociaciones y la pretensión es crear una Coordinadora de Asociaciones o una Fundación que ponga en marcha un proyecto para recuperar las iglesias de los valles del Alto Cidacos, Leza y Jubera. Asimismo, tienen como referencia proyectos similares que han tenido éxito en el Pirineo Oscense, la Palencia románica o la Cerdanya catalana. 

La Diócesis riojana tiene la propiedad de las iglesias, pero está dispuesta a cederla para recuperar este patrimonio. 

Entre las acciones que se están llevando a cabo están la confección de un inventario de estos templos que se pretende recuperar y la búsqueda de apoyo institucional y económico. 

El proyecto comprende los pueblos de Munilla (S. Vicente, Antoñanzas, La Santa, Ribalmaguillo, La Monjía y Peroblasco); Zarzosa; Ajamil (Torremuña y Larriba); Santa Engracia ( S. Martín, S. Bartolomé, Sta. Cecilia, Bucesta, El Collado, Sta. Marina y Reinares); Robres del Castillo (S. Vicente de Robres); Soto en Cameros (Treguajantes); Lagunilla del Jubera (Zenzano). La iniciativa está todavía en fase inicial, y abierta, por tanto, a incorporaciones y bajas en estos pueblos. 

El estado de las iglesias es desigual, algunas de ellas están hundidas, pero se pueden consolidar sus restos para recuperar todo lo posible. En cuanto al resto, es el momento de actuar y rehabilitarlas antes de que se pierdan. Actualmente, gran parte de las mismas se usan como corrales, y sus tejas se destinan a otras construcciones, lo que acelera su deterioro. 

Hay que resaltar los valores artísticos y arquitectónicos de estos templos, siendo la mayoría románicos, pero con un peculiar estilo que los hace únicos. 

La Santa y Larriba poseen un sillarejo característico, que lo diferencia de otros templos románicos de La Rioja. 

Una vez restaurados, no todos los templos servirán para el culto. Pudiéndose destinar cada una de las iglesias a una exposición sobre el entorno, la flora, la fauna, el patrimonio... Y desarrollar una ruta que enlazará perfectamente con la situación de estos valles como Reservas de la Biosfera. 

Bibliografía: Artículo del 'Diario La Rioja' del 7 de septiembre de 2.006. 

José Mari Rey García

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