Los dispositivos inalámbricos se instalan en nuestro entorno a velocidad de vértigo, nos permiten evitar los molestos cables, sin embargo aumenta la contaminación electromagnética.
Este tipo de contaminación aumenta de forma alarmante en nuestros hogares y puestos de trabajo. Lugares que se han convertido en focos de emisiones electromagnéticas y de microondas similares a los de la
telefonía móvil, a las que nos vemos expuestos de forma continua e invisible.
Todos estos campos inducen corrientes en el organismo que, dependiendo de su amplitud de frecuencia, pueden producir diferentes efectos tanto térmicos como biológicos. Entre otros sintomas se pueden observar: dolores de cabeza, insomnio, alteraciones cardiacas, de la piel o la tensión. Los límites de la normativa no atienden a los riesgos biológicos a medio y largo plazo.
telefonía móvil, a las que nos vemos expuestos de forma continua e invisible.
Todos estos campos inducen corrientes en el organismo que, dependiendo de su amplitud de frecuencia, pueden producir diferentes efectos tanto térmicos como biológicos. Entre otros sintomas se pueden observar: dolores de cabeza, insomnio, alteraciones cardiacas, de la piel o la tensión. Los límites de la normativa no atienden a los riesgos biológicos a medio y largo plazo.
Entre los años 2000 a 2004 la Unión Europea financió un estudio sobre el tema denominado REFLEX. Participaron en el mismo 12 países de la Unión, y en el mismo se especifica que las ondas electromagnéticas de la telefonía móvil producen alteraciones en el ADN que transporta la información genética en el núcleo de las células y cambios en las mismas.
Otro informe elaborado en 2006 por el Colegio de Médicos de Viena, advierte sobre el riesgo para la salud infantil derivado del uso excesivo del teléfono móvil, a causa de los efectos dañinos de las ondas electromagnéticas. Las consideraciones de este informe están basadas en la interpretación del citado informe REFLEX, en el que se especifica que las radiaciones de los teléfonos móviles son genotóxica (dañinas para el ADN) y potencialmente cancerígenas.
Reducir el efecto de estos campos está en nuestras manos: utilizar el teléfono fijo, volver a utilizar cables en internet y otros sistemas, limitar el uso del móvil, comprobar la estanqueidad de elementos microondas... Sin embargo, las microondas no las vemos y no parecen perjudicarnos, al menos, de momento. Comodidad o prevención, una elección más complicada de lo que parece...
No hay comentarios:
Publicar un comentario